Otra grada es posible
Hace unos días me dijo un amigo:
– Alex, me estoy empezando a cansar de las críticas de algunos padres del equipo de básquet de mi hijo. Mientras estamos viendo los partidos no dejan al entrenador en paz: un mal cambio, mi hijo sale poco, ¿por qué han subido a este de categoría?… y ya no te quiero ni contar lo que le dicen al árbitro… ¿Es normal? ¿Qué hago?
Me decía luego, quitándole un poco de importancia, que eran comentarios de pasillo, de gradería. Aprovechando su respuesta le dije: lo que dices de esos padres, pueden parecer comentarios de poca importancia, cosas pequeñas… pero te cuento:
Hace unos días tuve la suerte de asistir en el IESE de Barcelona a una sesión de trabajo sobre comunicación y liderazgo a cargo de Juan Pablo Cannata, profesor de la Universidad Austral de Argentina. Nos contó una historia que querría compartir contigo:
El grupo de música americano, Van Halen, banda de rock duro y heavy metal, tienen la costumbre de que siempre que van a ofrecer un concierto, piden que haya en el camerino un bol con caramelos M&M’s bien lleno, pero que no pongan los caramelos de color marrón.
Una vez, uno de los organizadores de uno de estos “megaconciertos”, al terminar les preguntó: ¿Por qué queréis un bol de M&M’s sin los caramelos de color marrón? Ellos le dijeron que cuando van a los conciertos, de los primeros sitios a los que suelen ir es el camerino: – Si vemos que está el bol de M&M’s sin caramelos de color marrón vamos tranquilos al concierto. Si vemos que está el bol pero no han sacado los caramelos de color marrón, nos empezamos a preocupar por las conexiones de los micros, la programación de las luces, la seguridad de las puertas… Y si ya no vemos el bol de caramelos, alguna vez nos hemos planteado cancelar el concierto… El organizador les dijo: – ¿Y eso? – Muy fácil, si los organizadores no son capaces de cuidar un pequeño detalle, fácil, muy fácil, como que pongan unos caramelos en un bol de una determinada forma, ¿cómo nos vamos a fiar de la organización de un concierto y que todo funcione bien y que esté tal como lo pedimos en el contrato?
No deja de ser una anécdota simpática, pero que me sirve para valorar el caso del equipo de tu hijo. Puedes ver la entrevista donde lo explican ellos mismos en: https://vimeo.com/36615187
Si esos padres no son capaces de cuidar y vivir algo tan pequeño como el respeto hacia el entrenador del Club o al árbitro en medio de la grada, con el resto de padres, ¿Cómo actuará en casa cuando esté con sus hijos?
Yo le diría a esos padres: has escogido libremente este Club; nadie te ha obligado a apuntar a tu hijo, y al inscribirte has aceptado un ideario, una metodología, has puesto la confianza para que formen, humana y deportivamente a tu hijo. Creo que te equivocas si sigues criticando al árbitro o al entrenador. Aquí, así no. Cambia o búscate otro equipo. Personalmente no debemos dar cancha a este tipo de actuaciones, deben ir terminando, si no, acaban confirmando el dicho: una manzana podrida estropea todo el cesto.
Se pueden tener opiniones distintas al entrenador, sólo faltaría, pero el lugar y el momento de la crítica –hablamos de deporte base–, no lo dudes, no es en las gradas, durante el “calentón” de un partido. Otro día, con calma, pide hablar con él y le cuentas tus opiniones, quizá, hablando cara a cara, consigues ayudar y dar un punto de vista que es posible que él no haya visto. Y nunca olvides ser más padre y menos entrenador.
Termino con esta idea que suelo emplear en muchas de las charlas o conferencias:
Si familia y club (muchas veces añado centro educativo) van a una -trabajando por los mismos ideales y principios, cuidando los detalles, las cosas pequeñas-, ese equipo suele ser imparable. Se puede trabajar más y mejor porque permite hacer las cosas con tranquilidad y confianza, sabiendo que todos reman en la misma dirección.